28 Nov La pandilla de las nueve, un pequeño homenaje a Rita Barberá
Aunque me cuesta bastante trabajo escribir sobre Rita Barberá creo que debo hacerlo para rendirle un pequeño homenaje. El pequeño homenaje del grupo de amigos que ella misma bautizó con el nombre de “la pandilla de las nueve”.
Porque pese a que solo la conocía desde que llegó al Senado al final de la X Legislatura, en los pocos meses que quedaban de esa legislatura tuve la suerte de conocer a Rita, la mítica alcaldesa de Valencia que había conseguido cambiar su ciudad y colocarla en el mapa mundial. La alcaldesa a la que todo el mundo admiraba y el espejo en el que todos se miraban.
En ese tiempo en el Senado pude comprobar, junto con algunos compañeros que, más allá de su impresionante trayectoria política, se trataba de una gran persona, sensible, cercana, divertida y amiga de sus amigos. Muy española y valenciana hasta las trancas.
Tal es así, que en esa época en la que los plenos eran largos, un pequeño grupo de senadores habíamos cogido la costumbre de tomarnos algo sobre las nueve de la noche en la propia cafetería del Senado, donde un día coincidimos con ella y con su gran amigo Pedro Agramunt. A partir de ese día y de la coincidencia en los sucesivos plenos, fue surgiendo una amistad entre ella y nosotros.
Disfrutaba charlando con nosotros y también del sentido del humor del Alcalde de Trujillo y en ese momento senador, Alberto Casero y de la pasión que la también senadora Carmen Fúnez le pone siempre a toda conversación. Creo que ese rato también le servía como de una especie de terapia después de haber dejado, pese a haber sido la ganadora, el Ayuntamiento de Valencia, su ciudad y su vida.
Este pequeño grupo fue lo que ella misma bautizó con el nombre de “la pandilla de las nueve”. Estoy seguro de que nosotros tuvimos la suerte de disfrutar, en esa época, de alguno de sus últimos mejores momentos.
Por eso y pese a que los últimos tiempos ya no era lo mismo, la noticia de su muerte el pasado miércoles nos dejó en shock y nos llenó de una gran tristeza y pena. Parecía imposible que una mujer tan fuerte como ella hubiera sido vencida y que su gran corazón la hubiera abandonado.
La última vez que pude hablar con ella fue con ocasión de la Apertura Solemne de la XII Legislatura por los Reyes en el Congreso. La vi cansada, como triste y después de darle dos besos para saludarla le dije, “A ver si en el pleno del martes, por lo menos, nos tomamos una coca cola que hace mucho que no coincidimos”. Me respondió “A ver si puedo ir”. Por desgracia, como la comida que tenía prevista con los senadores de la Comunidad Valenciana, ya no pudo ser.
Personalmente me quedo con lo que pude vivir en primera persona junto a “la pandilla de las nueve”. El cariño que recuerdo le tenía la gente, desde el gran empresario al taxista que se bajaba del taxi para hacerse una foto con ella. Su cercanía, su manera de reír y sus ganas de seguir trabajando por su tierra y por España.
Con su marcha, todos perdemos algo, un familiar, un amigo, una vecina, una alcaldesa, una senadora y una figura clave para el Partido Popular. El partido que tanto quiso hasta el final.
Gracias Rita por todo lo que has dado a tu Valencia y a España. Gracias por seguir siendo hasta el final, amiga de tus amigos. Abrazo grande para su familia.